No sé muy bien cómo, el otro día surgió una conversación sobre cervezas de trigo sin alcohol y me picó la curiosidad. Yo siempre he pensado que una 0,0 viene a ser como una primavera sin flores, pero antes de ponerla a parir decidimos que era mejor probar y hablar con conocimiento de causa.
Así que miré un poquillo en las baldas del súper. Las elegidas, las únicas disponibles, eran Erdinger (botellín de 33) y Franziskaner (50 cl).
Ahora es cuando hago un largo silencio, pero en el blog eso no se nota.
En fin que no me he muerto por beberlas y tampoco están tan malas, aunque tampoco es como para repetir. Como sin bastante diferentes, vamos por partes.
La Erdinger no es para nada una alkoholfrei Weissbier. Parece más una ale que lleva trigo. Le falta la frescura de las heffe y dudo bastante de que no muriera la levadura de esta cerveza. Insulsa. De sabor no está mala, pero... La espuma desaparece nada más aparecer. El olor, como en todas las 0,0, mejor ni percibirlo. Y, de sabor, pues qué quieres que te diga. Si se ha terminado el agua, vale.
La Franziskaner está más lograda. Mira que me jodió porque Erdinger es una de mis marcas preferidas. Al menos, la del monje mantiene la apariencia de una cerveza de trigo bávara. Engaña hasta que la bebes. Entonces un fuerte dulzor descubre el timo y te borra la sonrisa de la cara. De todos modos, ninguna de las dos es tan mala como presuponía.
Si no os queda más remedio que optar por ellas no dudéis en congelar el vaso. Es un truco viejo. cuanto más enfrías una cosa, más enmascaras el sabor. No obstante, en este caso merece la pena y hasta se consigue disfrutar ligeramente del brebaje. Algo, por otra parte, que Cruzcampo no consigue ni sirviendo las cañas bajo cero.
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