jueves, 12 de julio de 2012

Hablemos de Carlsberg (de posiblemente, nada)

Metidos en el verano, parece que apetecen cosas fresquitas. Aunque nosotros estemos la mayoría del tiempo sobre los 15 grados. Sin embargo, será costumbre, el cerebro se aplatana y comienza a disfrutar con las cosas más sencillas. Por ejemplo con una Carlsberg bien helada.
El otro día, puestos a probar de todo, me traje alguna de las populares danesas del súper, La publicidad ya sabemos que no es de fiar, así que desechemos ya el repetido 'posiblemente'. Es un brebaje normalito. Correcto. Amarillo brillante, transparente, de olor agradable y fácil, muy fácil de beber. Y punto. No esperemos más. Como siempre, resaltar la viturd de, al menos, estar mejor que la Hiñesen.
Por cierto, si la holandesa es patrocinador destacado de la Green Capital vitoriana. ¿Quién tomará ese relevo en Copenhague? Posiblemente, sí.
Pero volvamos al tema. Ya que no confiaba en poder sacar nada reseñable de una Carslberg, probé algo nuevo. ¿Y si la servimos en plan finolis? ¿Mejorará?
Pues lo hizo. El mérito es de las copas de vino que usé para tomarme esta lager vivaz de un 5% de alcohol pensada para el gran público. Claro que para hacer eso, mejor un Inedit de Damm, pero qué coño (salvando las distancias) si lo que tienes es sed, la diferencia tampoco es tanta y la Carlsberg te evita los toques cítricos.    

1 comentario:

  1. Eso de que posiblemente sea la mejor cerveza del mundo es una buena frase de cara al marketing, pero esta claro que ni de coña es tan buena. Buena innovación lo de servir la cerveza en copa de vino, habrá que probarlo.

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