martes, 17 de julio de 2012

Hablemos de Stella Artois

Parafraseando al gran José María García: "Está buena, sí. Es buena, pssss". No seré yo el que le enmiende la plana a unos tipos que llevan produciendo cerveza desde el siglo XIV, pero tampoco nos pasemos. La lager premium que hace ahora está bien para quitar la sed, salir del paso y no tener que meterse una triste Amstel entre pecho y espalda. Sin más. Y eso que durante tiempo fue una de mis cervezas favoritas. Hubo una año, cosas de la universidad, en la que mis gastos semanales se dividían al 50%: seis libras en comida y seis libras en Stella. Sí. Es poco dinero, aunque en mi favor diré que era hace mucho tiempo. Bueno, eso quizá no sea en mi favor.
Vamos a la birra. Como en tantas otras, especialmente en la baja fermentación, cambia bastante de cuando está bien tirada a cuando no. En mi cata casera, la espuma desapareció rápido. En un ratín dejó incluso de cubrir toda el líquido. La vi poca burbuja, poco vivaz. No obstante, refresca mucho. Es amarga y agradable. Completa y sencilla. Con el 5% de alcohol perfecta para el gran mercado. Tampoco me extraña que sus dueños, InBev se hayan hecho los dueños del mundo birrero.
Sin embargo, en el bar mejora. Sobre todo si está bien servida. Como son unos hachas del marketing hasta tienen un vídeo de cómo debe hacerse en la página web oficial de Stella Artois. Nueve pasos. Ojito. Nada de tres como Guinness. Nueve.
Eso sí, este método lo siguen en el vídeo y para de contar. Vete a contarle a un tasquero que haga los nueve pasos. Te manda 'pal' Calvario de una patada en el culo. A nosotros nos gusta pedirla en San Juan de Luz. En la tasca al final de la Gambetta. No les queda así ni de coña.
De todos modos, no nos llevemos a engaño. La Stella es una cerveza por encima de la media. Lager belga fresquita y por camiones. Y sobre todo, es bonita. Amarilla, brillante, transparente. Ya lo dice la publicidad 'She is a thing of beauty'    

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