Vamos a la birra. Como en tantas otras, especialmente en la baja fermentación, cambia bastante de cuando está bien tirada a cuando no. En mi cata casera, la espuma desapareció rápido. En un ratín dejó incluso de cubrir toda el líquido. La vi poca burbuja, poco vivaz. No obstante, refresca mucho. Es amarga y agradable. Completa y sencilla. Con el 5% de alcohol perfecta para el gran mercado. Tampoco me extraña que sus dueños, InBev se hayan hecho los dueños del mundo birrero.
Sin embargo, en el bar mejora. Sobre todo si está bien servida. Como son unos hachas del marketing hasta tienen un vídeo de cómo debe hacerse en la página web oficial de Stella Artois. Nueve pasos. Ojito. Nada de tres como Guinness. Nueve.
Eso sí, este método lo siguen en el vídeo y para de contar. Vete a contarle a un tasquero que haga los nueve pasos. Te manda 'pal' Calvario de una patada en el culo. A nosotros nos gusta pedirla en San Juan de Luz. En la tasca al final de la Gambetta. No les queda así ni de coña.
De todos modos, no nos llevemos a engaño. La Stella es una cerveza por encima de la media. Lager belga fresquita y por camiones. Y sobre todo, es bonita. Amarilla, brillante, transparente. Ya lo dice la publicidad 'She is a thing of beauty'
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